viernes, 10 de mayo de 2013

Clínicas CITA: Testimonios de deshabituación de las drogas


   
Tratamiento de deshabituación de la cocaína en Clínica CITA

“Yo hice un ingreso y tratamiento bastante largo; de hecho, todavía estoy acudiendo a mi psicóloga y a los grupos terapéuticos del ambulatorio más de un año después de salir de la clínica de CITA en Dosrius (Barcelona).

Durante este tiempo, mi relación con el alcohol y las drogas ha sido como una montaña rusa. Me he mantenido sin consumir cocaína durante este tiempo, excepto en dos ocasiones, ambas relacionadas con el consumo excesivo de alcohol. Mi problema es y era que me costaba muchísimo renunciar al alcohol para siempre o por un largo tiempo. Tras mi último tropezón, decidí que se acabaron los consumos, ni siquiera esporádicos, de alcohol durante un buen tiempo. Asumir que soy adicta y que rápidamente sustituyo una sustancia por otra es lo que más me ha costado asimilar. Pensaba que dejando la cocaína todo estaba resuelto, que podía beber una cerveza de vez en cuando, algún cubata… Qué equivocada estaba. Tengo claro que puedo elegir: beber y seguir arriesgándome a la adicción y vivir siempre con la espada de Damocles sobre mi cabeza, o vivir tranquila y renunciar a cualquier sustancia que altere lo mas mínimo mi estado mental.

Tras dos años de lucha y viendo lo bien que se está con la conciencia plena y sin el miedo a la recaída, he decidido que no me voy a poner ni un palo más en las ruedas. Es difícil, pero se puede conseguir, se debe conseguir, y se consigue. Se consigue cada día, un día detrás de otro”

Tratamiento de deshabituación a los opiáceos en Clínica CITA

“No quiero que creas que esto es un relato, que te estoy hablando de mí como si fuera un personaje idealizado, el héroe de una novela. Más bien lo contrario, he aprendido a ser humano de nuevo, a entenderme con mis virtudes y mis defectos, a luchar contra mis fantasmas con lucidez, sin recurrir a atajos. Las salidas fáciles son siempre un engaño. He aprendido a aceptarme, he hecho las pases con mi pasado, he entendido el valor del sacrificio y el trabajo, que el producto es producir, que la vida no es más que un cúmulo de decisiones erradas o acertadas. A pesar de todo, tú fuiste acierto. La droga, el peor error de mi vida. Pero aquí comprendes hasta qué punto la adicción es metáfora. Si aprendes a leerla bien, más allá de autoengaños o victimismos, si desmontas y analizas sus mensajes, te puede mostrar el camino para la superación. Mi biografía no ha sido ideal y la crisis de ansiedad que caracterizó mi infancia y adolescencia se transformó en confusión a los 20 años. De manera que la droga vino a tapar un problema de fondo más complejo, que en mis meses en CITA he aprendido a desmontar y comprender. Hoy por hoy puedo decir que soy libre dentro de mis propios límites, no sólo de la droga sino de los lastres de mi pasado. Enfrento el futuro con presente, con trabajo, con estructura. He terminado mi libro porque no he temido a la imperfección de un borrador. Me amo en mis errores y en mis limitaciones, así como en mis capacidades. No soy perfecto ni debo serlo, no soy infalible, pero me esfuerzo cada día por ser una mejor persona (para mí y para los demás). He recuperado la dignidad, la coherencia personal, los valores éticos. He entendido que los problemas son duros o difíciles sólo en virtud de la actitud con la que los afrontamos. Que nada es controlable si no empezamos por el autocontrol, que la responsabilidad con las cosas empieza por la responsabilidad con uno mismo.

Ya me queda poco en Clínica CITA, donde me salvaron la vida, con mi trabajo. Estoy en mitad de un trayecto, siempre. Sin comienzo y sin final, puedo rehacerme a cada paso, reinventar el horizonte. Pero sólo si conservo los pies sobre la tierra. Si en todo momento recuerdo que soy finito, puedo ser infinito. Ya no quiero considerarme un adicto, el paciente de CITA, el caso de la habitación 501. Esas etiquetas son cómodas y útiles por un tiempo, para comprender lo que has sido. Pero la etiqueta nunca señalará lo que eres y, muchísimo menos, lo que serás. Si me lo creyera, si me definiera como “adicto” y me conformara con la definición, estaría negándome como sujeto y esa negación de uno mismo es precisamente lo que se busca con el consumo. Me rehúso a ese determinismo condenatorio, a la adicción a la adicción. Decido ser más que esas palabras, trascender su sentido arbitrario. No olvidaré nunca lo que fui, estará siempre allí, pero haré mi vida de ahora en adelante en función de lo que estoy siendo, lo que puedo llegar a ser. Si vuelvo a encontrarme con las viejas contradicciones que me condujeron al consumo, procuraré tener la fortaleza para saber elegir correctamente. No le das posibilidad al autoengaño cuando te das cuenta de tus limitaciones y te aceptas con ellas.

Nunca te he deseado ni te desearé mal. Disculpa por el tono de aquel mail que te envié hace un tiempo, fue resultado de la espera de una respuesta que nunca llegó. Ahora lo entiendo. Es ridículo esperar respuestas cuando la otra persona es libre de responder o no. Luego, ante mi agresividad, dijiste muchas cosas en tu respuesta, cosas que nunca me habías dicho. Comprendo que creas que he sido un inmaduro y un irresponsable, es la imagen que yo proyectaba. Y ya no tengo forma de demostrarte que no es verdad. Es duro para mí no tener manera de presentarte al que soy realmente. Aunque yo creo que sí me conociste, tuviste oportunidad de darte cuenta en los pocos momentos de lucidez que yo tenía. Soy una persona que va siempre a lo esencial, que es sensible y respeta la integridad y el espacio del otro. Intento siempre relativizar las concepciones de los demás para que sufran menos. Soy una persona que prefiere hacerse daño a sí misma antes que dirigirlo hacia afuera. No me gusta la solemnidad excesiva, intento utilizar el humor para señalar las contradicciones humanas. Creo en la razón por encima de todo, el diálogo, el intelecto es mi músculo, los libros me dan vida. Creo en un único amor para toda la vida, que se construye a fuerza de felicidades y dificultades. Creo en la igualdad entre hombre y mujer, en la complementariedad. Creo en el sacrificio y en el trabajo, en tener hijos y envejecer junto a alguien.

Estas partes de mí no eran mentira. Pero sé que ya es tarde para que lo veas. Ironías de la vida, tengo una vértebra rota, con riesgo de cifosis y debo estar en reposo y con corsé. He pensado mucho en ti y en cómo me preocupaba porque hicieras tu tratamiento. De ahí llegué a una conclusión. Lo mío fue exactamente lo mismo pero en términos más salvajes. Yo estaba enfermo y no quería tratarme. Al final mi negación terminó quebrando nuestro vínculo”

Tratamiento de deshabituación a la cocaína en Clínicas CITA

“Después de una primera semana bastante dura por todos los temas que fui tocando, pasé en Clínica CITA un fin de semana complicado a nivel emocional. Analizar muchas cosas, recordar mi infancia y todos esos momentos que han hecho que vaya aumentando esa rabia y ese odio, mirando cara a cara esas cosas, sin dejarlas escapar y dándoles la importancia que tienen para poder afrontar los problemas, ha hecho que poco a poco vaya sintiéndome mejor conmigo mismo.

Esta segunda semana, he trabajado mucho el tema del odio y la rabia hacia mi madre, analizando mucho cosas que por supuesto duelen, pero, gracias al trabajo diario y con ayuda, me he ido dando cuenta, y sobre todo aceptando, que las cosas que pasaron en el pasado están allí y siempre estarán y que si sigo alimentando esa rabia, el único perjudicado soy yo. Me he dado cuenta también de que cada uno es como es y de que eso no podemos cambiarlo, que esas personas a las que odiamos también habrán sufrido y tienen sus problemas.

Cargar con todo esto es un lastre demasiado pesado para lograr lo que quiero, que es ser feliz y volver a ser el que era, sabiendo afrontar los problemas y sin caer en el consumo, siendo comprensivo hacia los demás en lugar de sentirme víctima de las situaciones.

Poco a poco, durante esta semana he notado que el odio y la rabia, ha ido desapareciendo. Sé que es un camino largo, muy largo, pero que poco a poco lo voy recorriendo. Y eso me hace sentir mejor.

No podemos cambiar el pasado y tenemos que aceptar que lo que pasó pasó, pero si podemos intentar luchar y aprender para merecer ese futuro que queremos. La vida es un aprendizaje diario.

También he ido viendo que soy una persona que suele dejar que los problemas le acorralen, sin afrontarlos. Me complico demasiado la vida cuando, muchas veces, simplemente dándole un poco de espacio a ese problema y utilizando las herramientas que tenemos a mano para afrontarlo, el problema no es tan grande como lo parecía en un principio. Normalmente, por miedo a afrontarlo, lo que consigo es que este problema se vaya haciendo más y más grande, en vez de aceptarlo y tener la valentía de solucionarlo. Me complico demasiado las cosas cuando realmente son mucho más fáciles de lo que me parecen.

Otra de las cosas que he visto esta semana en CITA es que, por no saber pedir la ayuda que necesitaba, yo he sido en parte responsable de esa soledad y ese vacío del que tengo tanto miedo y que tantas veces me ha hecho caer en el consumo y separarme de mis verdaderos amigos. Ese vacío fue provocado por la pérdida de un ser querido. Después, busqué ese amor que mi padre me había dado en otras personas. Y, al no encontrarlo, me fui encerrando, sintiéndome cada vez más solo. Y lo único que esto originó es que el vacío fuese cada vez más grande y yo acabase convirtiéndome en alguien muy apático, sin ganas de quedar con sus amigos, unos amigos que me tendían una mano que yo siempre rechazaba. Ellos me llamaban una y otra vez y mi respuesta, si es que la había, era un siempre No. Y en estas circunstancias, es normal que dejen de contar contigo. Y, cuando esto ocurría, mi rabia crecía pensando que me dejaban de lado y no contaban conmigo para nada. Entonces, el vacío iba creciendo, pero el verdadero culpable era únicamente YO. Me doy cuenta de que yo soy el que ha ido creando ese mundo que me hacía tanto daño a pesar de que siempre culpaba a mis amigos de ello. Mis amigos siempre estuvieron a mi lado, sufriendo al ver mi estado, queriendo ayudarme, pero yo no era capaz de verlo.

De nada vale estar siempre echándole la culpa a los demás. Cuando te das un tiempo y analizas las cosas, entras realmente en ti y ves lo equivocado que estabas. Hasta ahora, la negatividad, la autocompasión y el victimismo eran los protagonistas de mi cabeza y de mi mundo”

Tratamiento de deshabituación del alcohol en Clínicas CITA

“Estoy aquí porque tengo problemas con el alcohol, no sé controlarlo y más bien me controla él a mí. Hoy he tenido terapia con la psicóloga y ella me ha pedido que hiciera un ejercicio de memoria para averiguar –más allá de las circunstancias- qué emociones son las que me llevan de nuevo a consumir.

Es confuso todavía pero este esfuerzo me ha llevado al inicio, a la primera vez que me emborraché. Tenía 9 años, estaba en una fiesta de fin de año, y yo y mi primo nos bebimos a escondidas todos los “culos” de los vasos de la fiesta. Aún recuerdo el malestar y la inmensa tristeza que se apoderó de mí; sólo tenía ganas de llorar. Mi primo, asustado, fue a buscar a mi madre. Recuerdo cómo ella me cogió en sus brazos con una dulzura y una comprensión que jamás me había mostrado. Me metió en la ducha, escuchó mi llanto, me consoló con palabras dulces y me arropó acariciándome. A pesar de mi malestar, yo quería que ese momento durase eternamente. Mi madre nunca se había portado como una madre atenta, comprensiva y cariñosa conmigo y creo que ese momento es uno de los pocos recuerdos afectuosos que tengo de ella.

Ahora, después de estos días de reflexión, creo entender que bebo para volver a experimentar las mismas sensaciones que esa primera vez: por un lado el sentimiento de malestar, de dolor, de pena y de incomprensión; después es como si el alcohol me arropara, me consolara, me dijera que yo soy lo más bonito del mundo y me ofreciera un refugio para protegerme.

Tengo 44 años y soy madre de dos niños a los que he cuidado y mimado con todo mi corazón. Y soy consciente de que no necesito más alcohol para poder recibir amor”

Testimonio de deshabituación del alcohol en Clínica CITA

“Hoy hace 4 años que estoy completamente sobrio. La verdad es que nunca me animo a participar, soy un observador en la sombra, pero hoy quería compartir con todos mi alegría de poder llegar a esta marca.

Este último año ha sido duro por muchas circunstancias y ahora me veo obligado a tomar algunas decisiones que me causan algo de miedo e incertidumbre, pero tengo claro, más claro que nunca si cabe, que escapar de ellas (de la manera que sea: drogas, alcohol, sexo, etc.) nunca será una solución y que siempre traerá consigo muchísimos más problemas (empezando por mí mismo, que son los peores problemas posibles) y me alejará de los destellos de felicidad que, de tanto en tanto, sientes cuando estás sobrio. Así que aquí sigo, intentando aprender cada día a quererme. ¡Ánimo a todos!”

Testimonio del final de un proceso de deshabituación en Clínica CITA

“La vida verdadera se vive cuando ocurren cambios diminutos. Aquí he vivido muchos momentos que me han llenado de felicidad: animar a un compañero con una palabra o con un gesto, pasar un fin de semana administrando el aburrimiento, apreciar cada momento y la compañía de quienes están a tu lado.

Aquí me han enseñado a usar las herramientas para aprovechar el tiempo, para escribir mi primer diario, para sentarme y observar el entorno, para escuchar una buena música, para aprender a estar solo y sin miedos, para no dar vueltas a lo mismo, para leer, para apoyar a quien está pasando un mal momento, para dar cariño, para prestar atención, para valorar el esfuerzo de quien ha hecho posible que yo esté aquí.

Me llevo una maleta llena de buenos valores, amistades, compañerismo, alegrías, y el recuerdo de todos los profesionales. Entre todos me han ayudado a superar mi adicción y me han enseñado a quererme y a vivir mi vida con seguridad y fuerza. Casi lo hemos conseguido. Me llevo una maleta de gran valor, una maleta que siempre guardaré. La vida es fantástica y como tal la voy a vivir. La vida me espera al cruzar una puerta que siempre recordaré como mi salvación y que un día volveré a cruzar para recordar con vosotros estos buenos momentos”

Testimonio de un proceso de deshabituación a la cocaína en Clínica CITA

“Hola, Dr. José María Fàbregas Pedrell.

Me dirijo a usted como una madre agradecida.

Hace un año que, por estas fechas, mi hijo entró en clínica CITA. Hoy, sentada en su habitación, aquí, en nuestra casa, recuerdo este acontecimiento y quiero darle las gracias a usted como director del Centro y a todo el equipo que forman esta gran comunidad.

Las estrategias profesionales y el trato humano que han derramado en el proceso de curación de su adicción, han sido una hermosa experiencia, no sólo para mi hijo sino para toda la familia. Hemos vivenciado personalmente que de un mal puede salir un bien y que de una situación límite se sale más fortalecido, más crecido y más humano.

Gracias a CITA he recuperado a mi hijo y eso no lo olvidaré nunca. Pero lo más importante es que mi hijo se ha reencontrado consigo mismo y ha empezado a ver la luz al final del túnel.

El proceso es largo, pero no importa la distancia sino tener la certeza de que el camino es el correcto.

Es precioso leer y escuchar los testimonios de tanta gente que, después de haber pasado por clínica CITA, hablan de esperanza, ilusión por la vida, valor para afrontar la adversidad y fortaleza para -si se cae- volverlo a intentar. Hablan de gratitud, de esa gratitud que siente el que ha sido rescatado de la muerte. Y hablan de amistad, generosidad y empatía con los que han estado revolcados en el mismo fango.

Como madre, no sólo he recuperado a mi hijo, me he reconciliado conmigo misma. He reconocido mis errores, he pedido perdón y me he perdonado: y el alivio tan grande que se siente es indescriptible.

Ahora quiero a mi hijo tal como es y lo acepto tal cual es porque he cortado el cordón umbilical que nos asfixiaba a ambos. Y estoy disfrutando de él como si lo conociera por primera vez.

La vida es lucha y el día a día es el campo en el que se libran las batallas. Los golpes duelen, pero aprendes que el éxito está en enfrentarte a ellos con arrojo y defenderte con buena técnica.

Gracias, Dr. Fábregas. CITA ha sido una gran escuela. Les animo a que no cejen en el empeño de ayudar y cuidar de tanta gente que les necesita. Su recompensa será grande en el cielo. Con todo mi afecto, me despido de usted. Transmita mi agradecimiento a todo el equipo, formado por unas personas maravillosas que se dan a sí mismas como único método de redención. CITA siempre estará en mi corazón. Un abrazo”

Testimonio de un tratamiento de deshabituación en Clínica CITA

“Hoy he puesto un comentario a una foto de Facebook que me ha hecho reflexionar. La foto era de una especie de zapatillas de estar por casa negras, con una calavera en el empeine, y el comentario: “Demasiado viejo para el Rock and Roll, demasiado joven para morir…”

Es el título de una canción de Jethro Tull, un grupo de Rock de los 70’s. Pero, ¿por qué me ha hecho pensar esta frase?

Entiendo el Rock and Roll, dentro del contexto de la frase, como una etapa en la vida en la que uno experimenta con lo prohibido, comete excesos y no piensa mucho en las consecuencias de sus actos; hay que divertirse y transgredir por encima de todo, incluso de la salud de uno mismo. Quizás es esa etapa, entre los diez y muchos y los veinte y pocos, cuando se nos presupone legalmente responsables pero nos falta la experiencia de la vida para entender y frenar los impulsos que nos perjudican. Pero, al fin y al cabo, es una etapa, es decir, algo que tiene un principio y un final. Y llega el momento en el que se es demasiado viejo para el Rock and Roll, pero lo suficientemente joven para seguir adelante en la vida. Creo que esa es la esencia de la frase: es el punto de inflexión en la vida de toda persona, quizás a los veinte y muchos, en la que ha madurado y ya no le valen las pautas de conducta anteriores. Cuando comienzas a ser más consecuente con la vida que quieres y, sobre todo, cuando comienzas a responsabilizarte por tus actos.

A mí me tocó a los treinta y tres, cuando decidí ingresar en clínicas CITA. A cada uno nos toca cuando nos toca y para mí ha sido muy difícil el cambio ya que soy un adicto. Por suerte, me he dejado ayudar, y así estoy consiguiendo salir adelante.

Después de dos años y medio, siento que soy demasiado viejo para el Rock and Roll y, por supuesto, demasiado joven para morir”

Testimonio de deshabituación del alcohol en Clínica CITA

“Ingresé en CITA no sólo por mi adicción al alcohol sino también por un intento de suicidio. Con el tiempo y varias terapias, he llegado a la conclusión de que mi problema no es el alcohol sino mi personalidad, no saber decir que no en el momento apropiado, entre otras cosas.

Todos los talleres de Clínica CITA me han servido de mucho, sobre todo a reforzar mi carácter, pero uno de ellos, el PAE, me ha ayudado a conocer cómo soy, mis debilidades y los lazos con mi familia; ha sacado de mí cosas que ni recordaba y me ha permitido verme tal como soy: una mujer sensible, buena y esforzada, que da mucho y a veces no recibe suficiente. Gracias Chelo y gracias Luís por ayudarme a ser como ahora soy; ahora soy consciente de las cosas que tengo que rectificar y de que tengo que ser más fuerte”

Testimonio de deshabituación de la cocaína en Clínica CITA

“Como todo lo importante que me ha pasado en mi vida, llegue a Clínica CITA sin saber que aquello era lo que estaba buscando. Harto de caminar sin rumbo, perdido y desesperado, encontré el punto partida de una nueva etapa de mi vida. Estaba cansado de consumir, de no vivir y, sobre todo, harto de mí. Recordaré siempre mi despertar en CITA; mirando el techo de mi habitación de Rural, me dije ” Dios mío, cómo puedo haber llegado hasta aquí”. Pero aquí estaba y, por tanto, algo tenía que empezar a hacer. Mi primera impresión no era la esperada, pero eso no me importó y decidí que me tenía que adaptar. Era mi último cartucho en la vida.

Recibí cariño desde el primer momento de Fran y de Alex, que, por su humanidad, me parecieron más personas que empleados de una clínica. Lejos de la inflexibilidad de una clínica, me sentí miembro de una familia. Después de la visita con la Dra.Tania, baje a cenar y allí me encontré con los que pensaba serían mis nuevos compañeros por lo menos durante un mes (En aquel momento las prisas todavía eran importantes). Recuerdo ahora a Esther y a Raúl .

La mañana siguiente conocí a nuevos compañeros: A Enzo, a Eli…. Estaba aterrizando. Me hablaban de CITA Clínica, otro centro más alejado, en la montaña, y me contaban que allí estaba ingresado un jeque con su mujer, su madre y un guardaespaldas (Con el tiempo, aquel jeque es convirtió en Mohamed, un amigo con el que compartiría risas, miedos y lágrimas). En aquel momento, aún desconocía que CITA Clínica sería mi destino final.

Llegue a Clínica de la mano de Mónica. Ella fue la artífice de mi primer click. Y allí me recibió Joan. Clínica era un escenario distinto a Rural, pero el trabajo a realizar era el mismo. Viví durante días a caballo entre Rural y Clinica junto a Joan; con el caminé mis primeros pasos del tratamiento.

Miren, Paco, César, Milena, Josep, Maruf, Rosa, Rosa, Juan, Jaume, Ivo, Arancha (aquella chica que vi por primera vez sentadita en el quicio de una puerta de Rural), Mohamed y Andreu (ya partiendo) fueron mi primer grupo; con ellos tuve la sensación de pertenecer a algo importante, sensación que hacia muchos años que no tenía. Con el tiempo se fueron y aparecieron Dani, Isabel, Sergio, Sara, Illian, Julen….

Conocer la tarea de los profesionales de CITA no fue tarea fácil. Fui descubriendo a Marta, a Fernando, a Santi a la Dra. Retsela, a Xelo, a Lluis, a Cristina, y, como no, a Luisa y a Maravillas (aunque tardé tiempo en distinguirlas ).

Al principio, recibía el trabajo de cada terapeuta de forma totalmente independiente del resto hasta que me di cuenta que todos me hablaban de lo mismo pero en distintos lenguajes. Así, Javi y Juanjo (desde el yoga) me hablaban de Manga Lan y Santi me decía que viviera la angustia. Tampoco fue fácil entender lo que me decían: ¿Cómo podía ser que la angustia fuese algo bueno y encima tenía que vivirla? ¿Como era posible que lo afín no fuese terapéutico y que realmente lo terapéutico fuese lo no afín? ¿Cómo podía ser que la respuesta a los miedos fuese el amor? Y así, tantas cosas. Nunca recibí una respuesta a cada una de esas preguntas, ni siquiera una explicación; la respuesta ya la tenía yo dentro de mí y debía encontrarla. Todavía hoy encuentro nuevas respuestas a cada una de esas preguntas y, sobre todo, cada día surgen nuevas preguntas. Había empezado el gran proceso de mi vida sin darme cuenta y la mera desintoxicación la había pasado entre cariño, risas y abrazos…..

Me di cuenta que las drogas no eran la causa de mis problemas sino la consecuencia. Estaba tomando drogas para solucionar mis problemas, pero lo que hacía era multiplicarlos. Buscaba una solución inmediata a cualquier malestar y lo más inmediato era el consumo. No me daba cuenta de que, en vez de vivir los problemas, estaba buscando la solución más rápida; anestesiaba el malestar, pero, una vez pasado el efecto anestésico, el problema seguía allí y, además, aparecían todos los problemas que me generaban las drogas.

El siguiente paso era conocer mis problemas. Pensarlos siempre desde el exterior era uno de mis mayores errores. Me costó mucho entender que el malestar provenía del interior, de cómo gestionaba la vida. Cada uno de mis compañeros y todo el grupo se convirtieron en mi realidad a gestionar. Si gestionaba la realidad que me ofrecía CITA, podía gestionar la realidad que estaba más allá de Dosrius, puesto que tanto una como la otra eran igual de autenticas. He aprendido que no estoy en el mundo para adaptarme a los demás e intentar gustarles, del mismo modo que el resto de personas no deben adaptarse a mi gusto. Yo soy yo, tú eres tú, y si nos encontramos en algún punto será hermoso. Los demás son espejos de lo que somos y chocamos con lo que no nos gusta de ellos, que en realidad es lo que no nos gusta de nosotros.

Mi grupo fue evolucionando y llegaron Marga, Carlos, Anna, Carlos y Carla. Nuevas personas, nuevas vivencias, nuevas realidades. Aquella niña sentada en el quicio de una puerta de Rural ahora forma parte de mi vida y yo sigo en CITA conociéndome y aprendiendo. Todo el mundo debería pasar por un lugar como Clínica CITA

Testimonio de un tratamiento de deshabituación en Clínica CITA

“A dos días de mi despedida, siento que la tranquilidad me invade. En el tiempo que llevo en Clínica CITA, he trabajado duramente para esclarecer mis miedos y poder seguir mi camino en la vida.

Por un lado, he vuelto a recuperar el optimismo, que es un sentimiento clave para poder seguir trabajando con mi psicóloga. Pero, por otro lado, me encuentro un poco perdido en el proceso de búsqueda de mis herramientas internas para poder afrontar con éxito los problemas. Sé que las tengo y, aunque ahora mismo no sé verlas, tengo la seguridad de que en un futuro próximo sabré encontrarlas y usarlas a mi favor. Sé que no puedo perder la sinceridad conmigo mismo y estoy dispuesto a volver a sentir y a vivir con madurez todas las emociones que la vida me depare”


José María Fábregas Pedrell

www.clinicascita.com


viernes, 3 de mayo de 2013

Clínica CITA: La encuesta sobre alcohol y drogas en España refleja también la realidad de nuestros centros.



De la última encuesta del Ministerio de Sanidad sobre Alcohol y Drogas en España se deduce que el consumo de somníferos y tranquilizantes se ha disparado en estos últimos años. El porcentaje de personas que toman estos fármacos ha pasado del 5,1% en 2005 a un 11,4% en 2011. Estas sustancias legales que se venden con receta se han convertido, junto con el alcohol y el tabaco, en la droga más usada, por delante del cannabis (un 9,6% lo ha tomado en el último año). Se cree que este aumento del uso de tranquilizantes y somníferos no supone un nuevo patrón de consumo de abuso sino que se trataría de un fenómeno reactivo que se da en situaciones de crisis, como la actual. Han aumentado las presiones estresantes que sufre el individuo, y, en correlación, han aumentado los cuadros de depresión y ansiedad. Sólo el 1,2% de estos usuarios lo toman sin prescripción médica.
Según los datos de este estudio oficial que analiza las respuestas de 22.180 personas de entre 15 y 64 años, los hipnosedantes son las únicas sustancias cuyo uso se ha incrementado, ya que el consumo de alcohol, tabaco, cocaína o cannabis ha decrecido ligeramente en los últimos dos años. La razón podría estar en la prevención y la represión, aunque también podría apuntarse a razones relacionadas con la actual crisis: cada vez hay menos dinero para comprar estas sustancias.
Los hipnosedantes rompen además el patrón de consumo del resto de las drogas, cuyo uso es mayor en jóvenes y en hombres. El consumo de somníferos y tranquilizantes se dispara a partir de los 35 años y es la única sustancia en la que el porcentaje de consumidoras es mayor, lo que se explica porque la prevalencia de la ansiedad y la depresión es superior en las mujeres y porque ellas piden consejo médico de manera más habitual.
Según los expertos, a pesar de que los orfidales y los lexatines son legales y de uso controlado, podemos hablar de que existe un abuso, ya que hay cierta inercia terapéutica al prescribirlos. La situación económica actual genera una ansiedad tremenda, y el principal tratamiento para esos problemas psicosociales es de tipo farmacológico. Además, son sustancias que están socialmente muy aceptadas. Muchas veces no se consideran una droga y no se le da importancia. Sin embargo lo son, y muy peligrosas: dejarlas puede producir un grave síndrome de abstinencia.
España está a la cabeza de los países europeos en el uso de tranquilizantes y somníferos: se consumen 51,9 dosis diarias de ansiolíticos por cada 1.000 habitantes frente a las 24,1 dosis de la media de 18 países, y 26,8 dosis diarias de hipnóticos y sedantes para dormir por cada 1.000 habitantes frente a las 24,9 dosis de media de la OCDE. Y estas cifras no han cesado de aumentar en los últimos 10 años.
Por su parte, en los datos que analizan el resto de sustancias, los patrones de España son similares al de los otros países. La sustancia más consumida sigue siendo el alcohol: un 76,6% de los ciudadanos ha tomado bebidas alcohólicas en los últimos 12 meses. Después, el tabaco: un 40,2%, aunque el número de personas que ha fumado en los últimos 12 meses ha bajado un 2% desde el perioo 2009/2010. La encuesta muestra también que el consumo de cocaína ha disminuido. Los ciudadanos que la han tomado en los últimos 12 meses ha pasado del 3% en 2005 al 2,2% en 2011, aunque España sigue a la cabeza de la Unión Europea en este consumo.
El uso de cannabis también baja. El 9,6% lo han consumido en los últimos 12 meses, un 1% menos que en el periodo anterior. El porcentaje de consumidores jóvenes de esta sustancia supera al de mayores: el 8,2% de los ciudadanos entre 15 y 17 años la ha tomado en los últimos 30 días frente al 7% de personas de entre 18 y 64. Y aunque el consumo de cannabis decrece, la percepción de los riesgos asociados a su uso no lo hace. Los datos muestran, además, que el tabaco se considera más peligroso que el cannabis.
Cinco o más copas en un corto periodo de tiempo en el caso de los chicos y cuatro en el caso de las chicas, es lo que se conoce como un consumo de alcohol por atracón, una fórmula que es cada vez más habitual en España. En 2011, el 21,8% de los chicos de entre 15 y 19 años y el 17,2% de las chicas se había emborrachado de esta manera. Este tipo de consumo no se practica para socializar, sino directamente para conseguir la borrachera. Se trata de una intoxicación que termina a veces en un coma etílico y que puede ser el inicio de una adicción. Además, este atracón de alcohol tiene peligros añadidos, como los accidentes de tráfico.

En las clínicas CITA Dosrius el tipo de adicción prioritaria y los patrones de consumo de nuestros usuarios también han ido variando a lo largo del tiempo. En este momento, las demandas asistenciales que recibe nuestra clínica coinciden a groso modo con los resultados de esta encuesta: prevalencia del alcohol y la cocaína, el incremento del consumo de benzodiacepinas, el consumo cada vez más compulsivo de la cocaína y la disminución de edad de nuestros pacientes más jóvenes con un incremento sustancial del porcentaje de menores de edad.





José María Fábregas Pedrell

www.clinicascita.com

jueves, 2 de mayo de 2013

JOSE MARIA FABREGAS PEDRELL, en Clínica CITA: Le ayudamos a resolver su problema de adicción


jose maria fabregas

Tras analizar la incidencia que han tenido las drogas en 832 fallecidos (615 conductores, 164 peatones y 53 acompañantes) en vías urbanas y carreteras durante 2012, la memoria del Instituto de toxicología y Ciencias Forenses ha concluido que la mitad de los peatones muertos había consumido alcohol o drogas.

Aunque el informe no incluye la totalidad de las víctimas, por cuanto el País Vasco y Cataluña hacen sus propias memorias, estos resultados son fiables. En concreto, de los 164 peatones fallecidos, 84 (el 51,22%) había consumido alcohol, drogas o psicofármacos en esta proporción: un 57,1% alcohol, un 53,5% sustancias psicotrópicas, y un 25% estupefacientes. Otro dato a subrayar: el 83,3% de las víctimas presentaban una tasa de alcohol superior a 1,20 gr. por litro de sangre. Aunque el número de peatones fallecidos ha disminuido, va en aumento el porcentaje de alcohol y de psicofármacos analizado.

En cuanto a los fallecidos al volante, el 47,3% había consumido alcohol, drogas o psicofármacos, un porcentaje también mayor, concretamente en un 2% al del año anterior. De estos, el 74,23% había ingerido alcohol, un 26,8% había consumido algún tipo de droga y a un 28,5% se le detectaron psicofármacos.

Quizás la nueva realidad social es que la mayoría de conductores fallecidos sufrieron el accidente en día laboral y en horario de día.

Y otro de los factores a considerar es el consumo reincidente y el combinado, ya que uno de cada cuatro conductores fallecidos dio positivo en más de una sustancia.

La conclusión es que , a pesar de que un número significativo de ciudadanos asume los mensajes preventivos, existe también un grupo de conductores y peatones al que este mensaje no cala. Se deberá seguir trabajando en prevención y educación y aplicar de manera más eficaz el Código Penal.

De todos modos, a pesar de las campañas y de las políticas punitivas, la realidad sigue imponiéndose y no sirve obviarla. Alguna de estas personas no son irresponsables sino que viven el drama de una adicción que no pueden resolver por sí mismos ni con sus propios recursos. En Clínica CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) en Dosrius (Barcelona) le ofreceremos asesoramiento y un plan terapéutico personalizado para resolver los problemas de adicción.








José María Fábregas Pedrell, en Clínica CITA. El papel del educador social



jose maria fabregas

CLINICA CITA cuenta desde sus inicios con la figura del educador social en cada uno de sus recursos. Cuando en los 80, el psiquiatra José María Fàbregas fundó CITA, tenía claro que el educador social tenía que ocupar un lugar decisivo en el tejido asistencial de cualquier dispositivo que tratase las adicciones de manera profesional y eficaz.

El educador social es una persona especializada en el ámbito de la socialización, que generalmente trabaja en equipo con otros profesionales, que realiza tareas de integración, animación y dinamización basadas en la relación interpersonal y que centra su atención en la globalidad de la persona a tratar.

Al realizar su trabajo, el educador transmite además una cultura, unos valores y unas actitudes, en resumen, transmite una ética y debe ser consciente de ello.

La figura del educador social abarca múltiples áreas de la sociedad. El ámbito global es la socialización de las personas, ayudando a éstas a interpretar su propia realidad y a afrontar sus propias necesidades, a ser más cívicos, a aprender a interrelacionarse con otras personas y a ir descubriendo sus propias capacidades para poder encontrar posibles soluciones a sus problemáticas concretas; es decir, aprender a vivir bien.






miércoles, 1 de mayo de 2013

JOSE MARIA FABREGAS PEDRELL, en CLINICA CITA: El lenguaje de los caballos y otras tareas terapéuticas




Lluis García Bofill, que ha dedica­do toda su vida a los caballos, es desde hace tres años profesor de equitación y terapeuta equino en las CLINICAS CITA, un recurso para el tratamiento de las adicciones ubicado en Dosrius (Barcelona) y fundado hace 30 años por el psiquiatra JOSE MARIA FABREGAS.

Lluís se ha especializado en la psicoterapia asistida con equinos, una terapia en la que los caballos son la herramienta esencial para el aprendizaje y el crecimiento emocional de los pacientes de la clínica. Para él, es natural que en CITA siempre se haya dado mucha importancia a esta terapia, ya que es ampliamente conocido el poder terapéutico que tienen ciertos animales, en especial, los delfines y los caballos: “El caballo permite canalizar nuestros sentimientos con fines terapéuticos y en CITA utilizamos la equinoterapia para el tratamiento de las adicciones y la patología dual”


Las sesiones de trabajo de las CLINICAS CITA implican la colaboración de un psicoterapeuta y un profesional de los caballos. En ellas, los pacientes participan en actividades con caballos, para, posteriormente, analizar y discutir pensamientos, sensaciones, comportamientos y patrones de conducta. Los caballos se relacionan directamen­te con nuestro inconsciente y nos enseñan a relajarnos, a  conocernos y a querernos. Como comenta Lluis,  “a tra­vés de una serie de observaciones y de unos ejercicios pie al suelo (normalmente no se monta al caballo), el paciente descubre en la interacción que tiene con el caba­llo muchas cosas interesantes sobre sí mismo. En estos ejercicios no se juzga a nadie, no hay intervenciones correctas o incorrectas. Un caballo no te juzga y el paciente juega con el caballo sin levantar barreras de protección inconscientes. Por esto, la equinoterapia se convierte en un rompehielos muy efectivo y la relación paciente-caballo deviene una metáfora y un espejo de lo que le ocurre al individuo en su vida real”


Lluis afirma que los caballos se parecen bastante a los humanos, puesto que son animales sociales, tienen roles definidos dentro de sus manadas y manifiestan distintas personalidades, actitudes y humores. También pueden parecer  tercos y desafiantes. Una actitud que puede funcionar con un caballo, no necesariamente funciona con otro. En resumen, “los caballos proporcionan grandes oportunidades para el aprendizaje y permiten establecer unos vínculos muy productivos donde se pueden descubrir –y transformar-muchas cosas. Además, los caballos son grandes y poderosos, y esto genera una excelente oportunidad para sobreponerse al miedo y desarrollar confianza, lo que nos permite afrontar las situaciones difíciles de la vida”


En una sociedad que tiene por nor­ma la gratificación inmediata y fácil, los caballos requie­ren que la gente se comprometa en el trabajo físico y mental, una caracterís­tica valiosa en todos los aspectos de la vida. Más importante aún, los caballos tienen la capacidad para   retratar exactamente qué es lo que les está diciendo el lenguaje corporal de quien está frente a ellos, convirtiéndose en espejos de tus propias emociones. La lección a aprender es que si uno cambia, los caballos responderán de manera diferente. Como dice Lluis, “los caballos son animales orgullosos, dignos y nobles que no regalan su confianza pero que te permiten ganártela”


Para Lluis, los caballos se han convertido en seres excepcionales y honestos que te ayudan y te hacen mejor persona sin esperar nada a cambio. A través del caballo, Lluis ha descu­bierto el poder de ayudar a los demás a ser mejores y a hacer mejor sus vidas.


(Resumen de la entrevista que la revista El caballo español publicó sobre la Terapia Asistida por Equinos y que incluía una entrevista con el terapeuta equino de CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) Lluis García Bofill)







José María Fábregas Pedrell, en CLINICA CITA: No se puede hacer una tortilla sin romper el huevo



Por primera vez, una de las gallinas de CITA ha puesto un huevo.

Y ya que estamos hablando de huevos, puede ser útil recordar aquí la apreciación de Lacan de que no se puede hacer una tortilla sin romper el huevo. Cuando se rompe el huevo de lo biológico, aparece el hombre –con su libertad- pero también el revoltillo de tortilla: desaparecen los imperativos que rigen la conducta animal y uno tiene que tomar sus propias decisiones, decidir los valores y objetivos que guiarán su conducta. Respecto a las drogas y a todas las demás cosas.